Novena a la Divina Misericordia, que Jesús ordenó escribir y
hacer antes de la Fiesta de la Misericordia. Empieza el Viernes Santo. (Diario
1209 - 1230)
“Deseo que durante esos nueve días lleves a las almas a la
Fuente de Mi Misericordia para que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que
necesiten para afrontar las dificultades de la vida y especialmente en la hora
de la muerte. Cada día traerás a Mi Corazón a un grupo diferente de almas y las
sumergirás en este mar de Mi misericordia. Y a todas estas almas Yo las
introduciré en la casad de Mi Padre. Lo harás en esta vida y en la vida futura.
Y no rehusaré nada a ningún alma que traerás a la Fuente de Mi Misericordia.
Cada día pedirás a Mi Padre las gracias para estas almas por Mi amarga Pasión.”
Primer día
Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los
pecadores, y sumérgelos en el mar de Mi misericordia. De esta forma Me
consolarás de la amarga tristeza en que Me sume la pérdida de las almas.
Jesús tan
misericordioso, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de
perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en Tu
bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu muy compasivo Corazón y nunca nos
dejes salir de Él. Te lo suplicamos por Tu amor que Te une al Padre y al
Espíritu Santo.
Oh omnipotencia
de la Divina Misericordia
Salvación del
hombre pecador,
Tú [eres] la
misericordia y un mar de compasión,
Ayudas a quien
Te ruega con humildad
Padre eterno,
mira con misericordia a toda la humanidad, y especialmente a los pobres
pecadores que están encerrados en el Corazón de Jesús lleno de compasión, y por
su dolorosa Pasión muéstranos Tu misericordia para que alabemos su omnipotencia
por los siglos de los siglos. Amen.
Al final de
cada día rezar un:
Padre Nuestro,
Ave María y Gloria…
Segundo día
Hoy, tráeme a las almas de los sacerdotes y las almas de los
religiosos, y sumérgelas en Mi misericordia insondable. Fueron ellas las que Me
dieron fortaleza para soportar Mi amarga Pasión. A través de ellas, como a
través de canales, Mi misericordia fluye hacia la humanidad.
Jesús
Misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta Tu gracia en nosotros
para que realicemos dignas obras de misericordia, de manera que todos aquellos
que nos vean, glorifiquen al Padre de misericordia que está en el cielo.
La fuente del amor de
Dios,
Vive en los corazones
limpios,
Purificados en el mar
de misericordia,
Resplandecientes como
las estrellas,
Claros como la aurora.
Padre eterno,
mira con misericordia al grupo elegido de Tu viña, a las almas de los
sacerdotes y a las almas de los religiosos; otórgales el poder de Tu bendición.
Por el amor del Corazón de Tu Hijo, en el cual están encerradas, concédeles el
poder de Tu luz para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación, y a
una sola voz canten alabanzas a Tu misericordia sin limite por los siglos de
los siglos. Amen.
Tercer día
Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas
en el mar de Mi misericordia. Estas almas Me consolaron a lo largo del Vía
Crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura.
Jesús
infinitamente compasivo, que desde el tesoro de Tu misericordia les concedes a
todos Tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de Tu clementísimo
Corazón y nunca nos dejes escapar de Él. Te lo suplicamos por el inconcebible
amor Tuyo con que Tu Corazón arde por el Padre celestial.
Son
impenetrables las maravillas
de la
misericordia,
No alcanza
sondearlas ni el pecador ni el justo,
Miras a todos
con compasión,
Y atraes a
todos a tu amor.
Padre eterno,
mira con misericordia a las almas fieles como herencia de Tu Hijo y por su
dolorosa Pasión, concédeles Tu bendición y rodéalas con Tu protección constante
para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con toda la
legión de los ángeles y los santos, glorifiquen Tu infinita misericordia por
los siglos de los siglos. Amén.
Cuarto día
Hoy, tráeme a los paganos* y aquellos que todavía no Me
conocen. También pensaba en ellos durante Mi amarga Pasión y su futuro celo
consoló Mi Corazón. Sumérgelos en el mar de Mi misericordia.
Jesús
compasivísimo, que eres la luz del mundo entero. Acoge en la morada de Tu
piadosísimo Corazón a las almas de los paganos que todavía no Te conocen. Que
los rayos de Tu gracia las iluminen para que también ellas unidas a nosotros,
ensalcen Tu misericordia admirable y no las dejes salir de la morada de Tu
compasivísimo Corazón.
La luz de Tu
amor
Ilumine las
tinieblas de las almas
Haz que estas
almas Te conozcan,
Y junto con
nosotros glorifiquen
Tu
misericordia.
Padre eterno,
mira con misericordia a las almas de los paganos y de los que todavía no Te
conocen, pero que están encerrados en el muy compasivo Corazón de Jesús.
Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad
que es amarte.
Concédeles que
también ellas ensalcen la generosidad de Tu misericordia por los siglos de los
siglos. Amén.
*
Nuestro Señor originalmente usó las palabras “los paganos”. Desde el
pontificado del Papa Juan XXIII, la Iglesia ha juzgado apropiado el remplazo de
este término por la denominación “los que no creen en Cristo” y “los que no
conocen a Dios” (ver el Misal Romano, 1970).
Quinto día
Hoy, atráeme a las almas de los herejes y de los
cismáticos**, y sumérgelas en el mar de Mi misericordia. Durante Mi amarga
Pasión, desgarraron Mi cuerpo y Mi Corazón, es decir, Mi Iglesia. Según
regresan a la Iglesia, Mis llagas cicatrizan y de este modo alivian Mi Pasión.
También para
aquellos que rasgaron
la vestidura de
Tu unidad
Brota de tu
Corazón la fuente de piedad.
La omnipotencia
de Tu misericordia, oh Dios,
Puede sacar del
error también a estas almas.
Jesús sumamente
misericordioso, que eres la bondad misma, Tú no niegas la luz a quienes Te la
piden. Acoge en la morada de Tu muy compasivo Corazón a las almas de los
herejes y las almas de los cismáticos y llévalas con Tu luz a la unidad con la
Iglesia; no la dejes alejarse de la morada de Tu compasivísimo Corazón, sino
haz que también ellas glorifiquen la generosidad de Tu misericordia. Padre
eterno, mira con misericordia a las almas de los herejes y de los cismáticos
que han malgastado Tus bendiciones y han abusado de Tus gracias por persistir
obstinadamente en sus errores. No mires sus errores, sino el amor de Tu Hijo y
su amarga Pasión que sufrió por ellos ya que también ellos están acogidos en el
sumamente compasivo Corazón de Jesús. Haz que también ellos glorifiquen Tu gran
misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
** Las
palabras originales de Nuestro Señor son aquí “herejes y cismáticos”, ya que Él
habló a Sor Faustina según el contexto de su tiempo. Desde el Concilio Vaticano
II, las autoridades eclesiásticas han considerado impropio usar esas
denominaciones según las explicaciones expuestas en el Decreto Conciliar sobre
el Ecumenismo (No. 3). Es apropiado usar en su lugar el término “los hermanos
separados”. Sin embargo con el tiempo la Iglesia ha decidido usar todavía otra
denominación: “los hermanos que creen en Cristo” (ver el Misal Romano, 1970).
Sexto día
Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y a las almas de
los niños pequeños, y sumérgelas en Mi misericordia. Éstas son las almas más
semejantes a Mi Corazón. Ellas Me fortalecieron durante Mi amarga agonía. Las
veía como ángeles terrestres que velarían al pie de Mis altares. Sobre ellas
derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de
recibir Mi gracia; concedo Mi confianza a las almas humildes.
Jesús, tan
misericordioso, Tu Mismo has dicho: Aprendan de Mí que soy manso y humilde de
corazón. Acoge en la morada de Tu compasivísimo Corazón a las almas mansas y
humildes y a las almas de los niños pequeños. Estas almas llevan a todo el
cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre celestial. Son un ramillete
perfumado ante el trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios Mismo.
Estas almas
tienen una morada permanente en Tu compasivísimo Corazón y cantan sin cesar un
himno de amor y misericordia por la eternidad.
De verdad el
alma humilde y mansa
Ya aquí en la
tierra respira el paraíso,
Y del perfume
de su humilde corazón
Se deleita el
Creador Mismo.
Padre eterno,
mira con misericordia a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños
pequeños que están encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús. Estas almas
son las más semejantes a Tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra y
alcanza Tu trono. Padre de misericordia y de toda bondad, Te suplico por el
amor que tienes por estas almas y el gozo que Te proporcionan, bendice al mundo
entero para que todas las almas canten juntas las alabanzas de Tu misericordia
por los siglos de los siglos. Amén.
Séptimo día
Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican Mi
misericordia de modo especial y sumérgelas en Mi misericordia. Estas almas son
las que más lamentaron Mi Pasión y penetraron más profundamente en Mi espíritu.
Ellas son un reflejo viviente de Mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán
con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del
infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte.
Jesús Misericordiosísimo,
cuyo Corazón es el amor mismo, acoge en la morada de Tu compasivísimo Corazón a
las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de Tu
misericordia. Estas almas son fuertes con el poder de Dios Mismo. En medio de
toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas en Tu
misericordia, y unidas a Ti, cargan sobre sus hombros a toda la humanidad.
Estas almas no serán juzgadas severamente, sino que Tu misericordia las protegerá
en la hora de la muerte.
El alma que
ensalza la bondad de su Señor
Es por Él
particularmente amada.
Está siempre al
lado de la fuente viva
Y saca gracias
de la Divina Misericordia.
Padre eterno,
mira con misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran Tu mayor
atributo, es decir, Tu misericordia insondable y que están encerradas en el
compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son un Evangelio viviente, sus
manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones, desbordantes de
gozo, Te cantan, oh Altísimo, un cántico de misericordia. Te suplico, oh Dios,
muéstrales Tu misericordia según la esperanza y la confianza que han puesto en
Ti Que se cumpla en ellas la promesa de Jesús quien les dijo: A las almas que
veneren esta infinita misericordia Mía, Yo Mismo las defenderé como Mi gloria
durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte.
Octavo día
Hoy tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio
y sumérgelas en el abismo de Mi misericordia. Que los torrentes de Mi sangre
refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por Mi
Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi justicia. Está en tu poder
llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi Iglesia y
ofrécelas en su nombre…. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren
ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las
deudas que tienen con Mi justicia.
Jesús Misericordiosisimo,
Tu Mismo has dicho que deseas la misericordia; heme aquí que llevo a la morada
de Tu muy compasivo Corazón a las almas del purgatorio, almas que Te son muy
queridas, pero que deben pagar su culpa adeudada a Tu justicia. Que los
torrentes de Sangre y Agua que brotaron de Tu Corazón, apaguen el fuego del
purgatorio para que también allí sea glorificado el poder de Tu misericordia.
Del tremendo
ardor del fuego del purgatorio
Se levanta un
lamento a Tu misericordia.
Y reciben
consuelo, alivio y refrigerio
En el torrente
de Sangre y Agua derramado.
Padre
eterno, mira con misericordia a las almas que sufren en el purgatorio y que
están encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús. Te suplico por la
dolorosa Pasión de Jesús, Tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su
sacratísima alma fue inundada, muestra Tu misericordia a las almas que están
bajo Tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las heridas de Jesús,
Tu amadísimo Hijo, ya que creemos que Tu bondad y Tu compasión no tienen límites.
Noveno día
Hoy, tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de
Mi misericordia. Estas almas son las que mas dolorosamente hieren Mi Corazón. A
causa de las almas tibias, Mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el
Huerto de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de Mí este cáliz, si
es Tu voluntad. Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a
Mi misericordia.
Jesús
piadosísimo, que eres la compasión misma, Te traigo a las almas tibias a la
morada de Tu piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a
cadáveres y Te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de Tu amor
puro. Oh Jesús tan compasivo, ejercita la omnipotencia de Tu misericordia y
atráelas al mismo ardor de Tu amor y concédeles el amor santo, porque Tú lo
puedes todo.
El fuego y el hielo no
pueden estar juntos,
Ya que se apaga el
fuego o se derrite el hielo.
Pero Tu misericordia,
oh Dios,
Puede socorrer las miserias
aún mayores.
Padre eterno, mira con misericordia a
las almas tibias que, sin embargo, están acogidas en el piadosísimo Corazón de
Jesús. Padre de la misericordia, Te suplico por la amarga Pasión de Tu Hijo y
por su agonía de tres horas en la cruz, permite que también ellas glorifiquen
el abismo de Tu misericordia…. ***
Oh día eterno, oh día
deseado,
Te espero con anhelo e
impaciencia.
Ya dentro de poco el
amor soltará el velo,
Y tú te volverás mi
salvación.
Oh día esplendido,
momento incomparable,
En que veré por
primera vez a mi Dios,
Esposo de mi alma y
Señor de los señores,
Siento que el temor no
abrazará mi alma.
Oh día solemnísimo, o
día resplandeciente,
En que el alma
conocerá a Dios en su poder,
Y se sumergirá entera
en su amor,
Y conocerá que han
pasado las miserias del destierro
Oh día feliz, oh día
bendito,
En que mi
corazón se incendiará de ardor eterno hacia Ti,
Porque ya ahora
Te siento, aunque a través del velo,
Tú, oh Jesús,
en la vida y en la muerte eres mi éxtasis
y encanto.
Oh día, que
espero durante toda mi vida.
Y Te espero a
Ti, oh Dios,
Ya que deseo
solamente a Ti,
Sólo Tú estás
en mi corazón y lo demás es nada.
Oh día de
delicias, de eternas dulzuras.
Oh Dios de gran
Majestad, Esposo mío,
Tú sabes que
nada satisface el corazón de una virgen,
Apoyo mi sien
sobre Tu dulce Corazón.
*** La Novena
ha sido traducida siguiendo textualmente el manuscrito de Sor Faustina, y por
tratarse de un Documento Válido, su Diario difiere del Devocionario traducido y
preparado especialmente para uso de los fieles.
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